Argentina

MADRID, 08/01/2007 (El Mundo)
Seis de los más importantes Premios Nobel de la Paz lanzan sus propuestas pacificadoras para el año que comienza. Desde planteamientos religiosos, como los del arzobispo anglicano Desmond Tutu, el obispo católico Ximenes Belo o el musulmán Mohammad Yunus, a otros más laicos como los de Amnistía Internacional, Adolfo Pérez Esquivel o el ex presidente de EEUU, Jimmy Carter, todos coinciden en señalar que las religiones auténticas son «instrumentos de paz» y que deberían unirse en una «cruzada global contra la pobreza».
 
Explica Desmond Tutu, Nobel de la Paz 1984 que no son las religiones las que causan violencia e injusticia, sino la gente que se proclama creyente de una u otra fe. Para Mohammad Yunus, el último en obtener ese galardón, las religiones serán hacedoras de paz «si luchan contra la injusticia económica, social y política». Por eso, pide a las grandes religiones que «se embarquen en una gran cruzada global contra la pobreza».

Algo parecido preconiza el argentino Adolfo Pérez Esquivel, para el que las religiones deberían situarse a la vanguardia del rescate de la dignidad humana. Deberían promover la resistencia cultural, política y espiritual, denunciando proféticamente a los responsables de dominaciones y del dolor que afecta a la Humanidad.

Monseñor Ximenes Belo, Nobel de la Paz 1996, dice que las religiones, si son auténticas, ayudan a la gente a conquistar la «paz interior y exterior» cuando «luchan por el amor, la concordia y el desarrollo».

Una paz a la que, según el ex presidente de EEUU Jimmy Carter, Nobel de la Paz 2002, sólo podrán contribuir las religiones «si renuncian a sus postulados fundamentalistas y a la excesiva vinculación con el poder político». Y es que, como dice el representante de Amnistía Internacional en España, Luis Beltrán, «per se, la religión no es ni buena ni mala, pero históricamente ha sido utilizada para abusar. Desde la Inquisición hasta el islamismo radical. La religión en manos de personas sin escrúpulos puede convertirse en un instrumento para pisotear los Derechos Humanos».

Adolfo Pérez Esquivel apunta que, a su juicio, para lograr la paz hay que «desarmar la razón armada y luchar contra los gobernantes que han abdicado de sus responsabilidades políticas y han cambiado los valores universales por las leyes del mercado».

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