Argentina

LOS áNGELES, California – Como pastor que espera que sus ovejas se duerman, el gran Cristo de palo cuelga de la pared mientras decenas de inmigrantes desamparados cada noche se meten a sus bolsas de dormir.

El Proyecto Guadalupano

Ha sido otro día incierto para ellos, pero saben que duermen seguros y dan gracias a Dios de que tienen un techo que los protege una noche más.

Y de que ese lecho temporal sea el altar y los pasadizos de la Iglesia Dolores Mission, que el 12 de diciembre cumplirá 20 años desde que abrió sus puertas para que inmigrantes y desamparados pasen la noche.

«Ellos son Cristo. En ellos nos reconocemos. Ellos enriquecen la comunidad con sus vidas», explicó Scott Santarosa, padre jesuita del templo. «Algunas personas me han dicho, ‘¿Por qué no construyes un lugar aparte donde ellos duerman?’, y yo les digo, ‘No, porque ellos hacen la iglesia más santa’ «.
Dolores Mission comenzó a funcionar como refugio de inmigrantes en diciembre de 1988, cuando miles de salvadoreños llegaron a Estados Unidos escapando de la guerra civil en su país.

Al principio, la pequeña iglesia, situada en el Este de Los ángeles (una zona densamente mexicana), dejaba que los inmigrantes durmieran en sus bancas.

Pero esto cambió a fines de los años noventa, cuando la Oficina de Servicios para Desamparados, una dependencia municipal, comenzó a dar fondos y requirió que los inmigrantes durmieran en camillas plegables para acampar.

Ahora el programa Proyecto Guadalupano para Desamparados, administrado por la organización sin fines de lucro Proyecto Pastoral, alberga a un máximo de 55 hombres en un momento dado, de los cuales 28 duermen dentro de la iglesia y el resto duerme en el salón parroquial y garaje, explicó Raquel Román, de 28 años, directora del programa.

«Casi siempre son todos inmigrantes hispanos», añadió Román. Del total, agregó, alrededor del 20 por ciento son recién llegados, más o menos con un mes en el país, y cerca del 70 por ciento casi siempre son indocumentados.

«Ellos son padres que dejaron a sus familias en sus países para venir a trabajar y quieren enviarles dinero», apuntó Román.

El recinto del templo se convierte en dormitorio a las 9 p.m. de la noche, después de que los desamparados instalan sus camillas en el altar y pasadizos. Al lado de una de las puertas cuelgan dos letreros pequeños, uno que dice, «Capacidad de camas: 28» y otro que pide «No fumar».

«Esto no es el Hilton, pero ayuda a gente que quiere volverse a levantar», puntualizó Dana González, de 40 años, que quedó en la calle tras renunciar a su puesto de camionero para poder viajar a Los ángeles a pelear por la custodia de su niña Melissa, de seis años, quien está bajo cuidado público.

Dos meses después de llegar a la iglesia en agosto, González consiguió trabajo como subgerente de una tienda de juguetes ganando $9 dólares por hora y ha logrado ahorrar lo suficiente para alquilar un cuarto.

«He aprendido a apreciar la vida. (Esta experiencia) me abrió los ojos a un nuevo mundo», indicó González, quien es de ascendencia mexicana. «Ahora tengo una nueva perspectiva del mundo, mucho mejor».

El proyecto ofrece albergue durante un máximo de 90 días y también da desayuno y cena, ayuda a buscar trabajo y provee servicios de referencia, transporte, clases de inglés y varios tipos de talleres.

Insta a los hombres a participar en actividades religiosas, como meditación, y caminatas al desierto fronterizo entre México y Estados Unidos para llevar agua a aquellos que cruzan la frontera a pie.

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