Trinidad Vásquez, MANAGUA, Nicaragua, Agosto 7, 2007
Los acuerdos del 7 de agosto de 1987 buscaban establecer la paz en la convulsionada región; dichos acuerdos establecían que el gobierno de Nicaragua y la contra apoyada por Estados Unidos, debían cesar los ataques y sentarse a discutir la paz. La discusión se llevó a cabo en una reunión de Sapoa, comunidad fronteriza con Costa Rica que dio origen a la firma de un acuerdo entre el directorio de la Contra representada por Adolfo Calero Portocarrero y el Vice Presidente de la Republica, en esa época el escritor Sergio Ramírez Mercado. Fueron testigos de los convenios de paz, el Cardenal Miguel Obando y Bravo y el secretario de la OEA, Joa Baena Soares, en ese entonces.
El Director del Centro Intereclesial de Estudios Teológicos y Sociales (Cieets), el teólogo menonita Jairo Arce, dijo que después de 20 años de suscritos tales acuerdos de paz aun hay violencia estructural, violencia intrafamiliar y física. Casi a diario se reportan crímenes y suicidios que son síntomas de una sociedad enferma.
Para el teólogo menonita los políticos sólo piensan en llenarse sus estómagos y no se preocupan por contribuir a la paz social y al fin del desempleo.
La paz y el empleo son vitales, pero los políticos viven enfrascados en defender sus intereses de poder y no se preocupan por promover proyectos sociales que mitiguen la pobreza, expresó Arce.
Para el Dr. Gustavo Adolfo Parajon, pastor bautista y presidente fundador del Consejo de Iglesias Evangélica pro Alianza Denominacional (Cepad), los acuerdos fueron muy positivos para Nicaragua que vivía sus peores momentos por la guerra entre hermanos. Esos acuerdos abrieron una puerta para terminar una salida negociada a la guerra entre Contras y el ejército. Después de la firma de los acuerdos de Sapoa llegaron las elecciones de 1990 que gano la señora Violeta, viuda de Chamorro.
Según el Dr. Parajon, doña Violeta jugo un papel fundamental para la reconciliación y la paz, y hoy, 20 años después, hay serios problemas de pobreza donde los que mas sufren son la gente del área rural, por la escasez de cobertura de servicios de salud y educación. .
El pastor bautista Marcelino Basset dijo que los acuerdos están dando sus frutos pero todavía falta mucho para la paz social y la justicia con equidad.
«Los evangélicos en Nicaragua hemos sido abanderado de la paz y en su momento aplaudimos el paso para los acuerdos de Esquipulas y Sapoas», recordó Basset.
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