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(Cristianos.Com) El candidato presidencial democrático Barack Obama presentó un discurso significativo recientemente ante los 10.000 miembros de la Iglesia Unida de Cristo, denominación a la cual pertenece, en un evento nacional en Hartford, Connecticut.

Para mucha gente el inteligente candidato de la raza negra, joven, y bien parecido, estuvo buscando con su discurso el apoyo de la “izquierda” religiosa de los Estados Unidos. Pero para muchos otros lo más importante fue su testimonio (el cual la mayoría de la prensa de EUA ignoró).

Algunos se preguntan ¿Cuándo fue la última vez que un candidato presidencial importante de este país ha dado un testimonio explícito de su fe personal en Jesucristo?

Sabemos que la Biblia y el evangelio ha sido instrumento usados en muchas campañas eleccionarias en América Latina y que el año pasado salió un libro sobre «La fe de George Bush». Sin embargo como dice David Brody de CBN, corresponsal nacional de este servicio cristiano relacionado con Pat Robertson, «Usted puede discrepar con todo que él representa y con sus metas políticas, pero como cristianos, ¿no deberíamos agradarnos cuando alguien habla de Cristo como el ingrediente que faltaba en su vida?»

Este fue el testimonio que ofreció Barack Obama en esa ocasión:

«Un domingo, me puse una de las pocas chaquetas limpias que tenía, y pasé a la Trinity United Church of Christ (Iglesia Unida de Cristo la Trinidad) en la calle 95 en el lado del sur de Chicago.

Escuché al Reverendo Jeremiah A. Wright predicar un sermón titulado “la audacia de la esperanza.” Durante el curso de ese sermón, me presentó a alguien llamado Jesucristo. Aprendí que mis pecados podrían ser perdonados. Aprendí que yo eran demasiado débil para lograr esas cosas, pero que Jesús me ayudaría a lograrlas si ponía mi confianza en él. Con el tiempo, aprendí a ver la fe como algo más que un consuelo para el cansado o una barrera contra la muerte, sino como un agente activo, palpable en el mundo y en mi propia vida.

Fue debido a este nuevo descubrimiento que un día finalmente pude caminar por el pasillo de la iglesia de la Trinidad y afirmar mi fe cristiana. Vino como una opción, y no como una epifanía. No caí al piso, como a veces le pasa a alguna gente. Las preguntas que tenía no desaparecieron como por arte de magia. El escepticismo de mi mente no desapareció repentinamente. Pero al arrodillarme debajo de la cruz en el lado sur de Chicago, sentí al espíritu de Dios invitándome. Me sometí a su voluntad, y me dedique a descubrir su verdad y a realizar su obra».

Por Melvin Rivera www.MelvinRivera.com

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