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La maquinaria oficial marroquí no se ha detenido. Tras la ola de expulsiones vividas en marzo, continúan las expulsiones de extranjeros acusados de proselitismo, pero sin juicio previo. La racha represiva alcanzó a cinco responsables del colegio americano de Casablanca (George Washington Academy) incluido a su presidente, Jack Rusenko, que no fue autorizado a desembarcar del avión cuando regresaba de vacaciones de Semana Santa.

El George Washington Academy es el mayor colegio americano del país. Al «invitar» a su dirección a abandonar el país, se evitan entrar en juicios contra extranjeros, que podrían ser perjudiciales para la imagen del gobierno. Un gobierno que en las últimas semanas ha iniciado una campaña de acoso hacia colegios, orfanatos y ONG´s de carácter cristiano en un país donde el proselitismo está prohibido.

La presión del silencio se extiende a todos los ámbitos, también el educativo. «Está prohibido discutir de religión con los marroquíes o cualquier otra persona de confesión musulmana», recalca un correo del consejero cultural de la Embajada de Gabón en Rabat a los 80 estudiantes de su país en universidades de Marruecos. Uno de ellos acaba de ser expulsado del país.

«Incluso en el supuesto de que sea vuestro interlocutor el que inicie la conversación sobre este asunto», prosigue el correo del diplomático, «tenéis que ejercer vuestro derecho de reserva y no expresar vuestra opinión». «La embajada hace un llamamiento a vuestro sentido común para que no contrariéis a las autoridades», añade.

SEIS SEMANAS DE TERROR
Si los cristianos y algunas embajadas extranjeras hacen gala de una prudencia teñida de miedo es que corren malos tiempos para ellos en Marruecos. Desde principios de marzo, 80 cristianos -la mayoría protestantes, pero también un franciscano- han sido expulsados manu militari o «invitados» a marcharse.

Esta oleada de expulsiones, sin precedentes en Marruecos, empezó el 7 de marzo con la orden de salida del país dada a los 16 extranjeros que regentaban un orfanato en Ain Leuh (Atlas). Es mismo día se celebraba en Granada la primera cumbre entre Marruecos y la Unión Europea.

Entre el orfanato y el colegio han caído otros muchos cristianos norteamericanos, coreanos, neozelandeses, latinoamericanos, subsaharianos y europeos, pero ningún español. «Para los 33 niños del orfanato, algunos acostumbrados a convivir con sus tutores desde una década, la expulsión fue un drama», explica un afectado instalado provisionalmente en España. «Pero también lo ha sido para los adultos como el librero canadiense de Mequinez o el británico traductor en Tánger, que perdieron su fuente de ingresos», añade. Las iglesias católica y protestante temen ahora que el siguiente paso consista en cercenar su labor social con subsaharianos, niños de la calle o madres solteras.

MARRUECOS EXPULSA SIN JUICIO
El Ministerio del Interior marroquí sólo ha reconocido hasta ahora, en un comunicado, la expulsión de los 16 cristianos que administraban el orfanato a los que acusó de «proselitismo» y de querer «quebrantar la fe del musulmán», delitos recogidos en el código penal.

Los arzopisbados de Rabat y Tánger, la Nunciatura Apostólica y la representación oficial de la iglesias protestantes niegan hacer proselitismo y han pedido explicaciones al Ministerio del Interior. Su titular, Taieb Cherkaoui, «nos anunció que nombraría a un interlocutor para informarnos, pero hasta ahora no lo ha hecho», señala el pastor Jean-Louis Blanc.

En puridad, si se respetase la legislación marroquí, los expulsados deberían ser imputados y juzgados, pero «el Gobierno ha querido evitar tensiones», reconocía Khalid Naciri, portavoz del Ejecutivo marroquí: «Ha preferido no encarcelar a esas personas».

«Las medidas tomadas responden a las expectativas de la opinión pública nacional», aseguró Naciri. Para que no cupiesen dudas, 7.000 ulemas (estudiosos del Corán) suscribieron el pasado fin de semana un comunicado en el que respaldan las «decisiones históricas» y tachan de «terrorismo religioso» el intento de «desviar a los niños marroquíes de su fe».

«La seguridad espiritual de los musulmanes es primordial y el Estado debe defenderla», insistía Abdelbari Zemzemi, imán y diputado por Casablanca de un pequeño partido islamista.

A través de su figura más emblemática, el abogado y diputado Mustafá Ramid, la principal formación islamista, el Partido de la Justicia y del Desarrollo, también ha entrado en la batalla confesional. «En nombre de la familia de Omar, de 12 años, perturbado emocionalmente tras su conversión al cristianismo en el colegio americano, he presentado una denuncia contra la dirección del centro», señala Ramid.

Sin querer ir a los tribunales otros padres afectados han abierto una web en la que intentan resaltar el doble lenguaje de varios profesores que en Casablanca niegan hacer proselitismo, pero ante sus iglesias en Estados Unidos se jactan de conseguir conversiones.

SóLO ESTADOS UNIDOS ALZA LA VOZ
«Ni siquiera me ha llamado el cónsul de mi país para preguntar cómo estábamos». El pastor francés Jean-Luc Blanc, representante oficial en Marruecos de la iglesia protestante, se lamentaba del desinterés de la Embajada de Francia por el trance por el que atraviesan los cristianos en Marruecos.

Monseñor Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger, manifestó en marzo a El País su deseo de que «todas las personas disfruten de libertad de conciencia y religiosa»: «Creo que los gobiernos, los europeos también, pueden empujar en esa dirección».

En línea con Francia, España no se ha quejado ante Marruecos por las trabas puestas a la libertad religiosa. Tampoco ningún partido político español se ha pronunciado sobre el asunto. La Alianza Evangélica Española impulsó una campaña de envíos de correos electrónicos pidiendo al Gobierno Español alguna manifestación que, de momento, no ha llegado.

Grave -por su clara desinformación al respecto- fue la intervención de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, que afirmó el miércoles en Punto Radio que si no había más iglesias en Marruecos es porque no había suficientes fieles. «Si hay fieles suficientes en esa religión» se podrá «construir una iglesia».

En Europa sólo los Países Bajos levantaron la voz, a través de su ministro de Exteriores, Maxime Verhagen, que lamentó la expulsión «de personas que han cuidado pacíficamente a niños desde hace 10 años» en el orfanato de Ain Leih.

Más contundente fue el embajador norteamericano en Rabat, Samuel Kaplan. Expresó en un comunicado su «abatimiento y angustia» por las expulsiones. Lamentó además que aquellos que no habían supuestamente respetado las leyes del país no fuesen juzgados y no se respetase su presunción de inocencia. Sus palabras suscitaron una retahíla de críticas. La prensa oficialista marroquí le tachó como mínimo de imprudente.

 

Fuente: El País, P+D. Edición: ProtestanteDigital.com.

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