Las nuevas tecnologías y las redes sociales están modificando el mundo de las comunicaciones y también la labor de muchos ministerios cristianos. Uno de estos casos es el desarrollo de la consejería realizada online, tal como lo hace desde una década atrás la argentina Edith Gero -pastora, consejera, escritora- a quien entrevistamos en Córdoba, su ciudad natal.
Edith se formó como consejera en el Ministerio de Restauración Argentina, asociado a Desert Streams Ministries de Estados Unidos. Más tarde trabajó como consejera a nivel personal en la misma organización, integrando un grupo de restauración de problemas relacionales y sexuales. Paralelamente completó el Seminario Cristo para las Naciones y actualmente cursa el Seminario Reina Valera. También hizo tres años de la carrera de Psicología en la UNC.
Conociendo la tarea que desarrolla hoy a través de internet, con cuatro sitios web propios, y cinco sitios sociales, surge la primera pregunta: ¿Cómo se inició en la consejería a distancia?
“Comencé a contestar las cartas que llegaban al Ministerio Restauración. Muchas personas pedían ayuda pero por motivos de distancia no podían concurrir a los eventos ni tomar parte de un grupo de restauración. En esa época también era voluntaria en el Hospital de Clínicas. Estas dos actividades me llevaron a palpar más de cerca la tremenda necesidad de la gente y a crear el correo rompeelsilencio2@yahoo.com.ar para dar oportunidad a más personas a consultar sobre sus problemas. Por este medio seguí comunicándome con quienes ya habían iniciado el contacto enviando cartas al Ministerio”. Lo que sigue es fácil de imaginar: “Llegó un momento en que ya no podía atender todas las consultas”, dice Edith.
Entonces decidió armar un plan de restauración, paso a paso, para ofrecerlo a las personas que quisieran seguir el camino de la sanidad. “Comencé a organizar o sistematizar el proceso de restauración para poder enviar este plan a quienes me escribían pidiendo ayuda. Era mucha gente y no podía pasar tres horas con cada carta… sobre todo porque no tenía internet en casa y trabajaba desde un cyber”.
Así siguió, atendiendo desde un lugar público, a la salida de su trabajo, hasta que pudo contar con una conexión de internet doméstica. Alguien le ayudó abrir su primera página web y le ofrendó el dominio punto com. Luego ella creó otras páginas y actualmente cuenta con: www.bahiaesperanza.com (“Consejería espiritual cristiana y ayuda emocional online”), www.bahiaesperanza.blogspot.com (“Un espacio amable y seguro donde encontrar esperanza, aliento para seguir, herramientas para tratar con los conflictos. Un sitio de restauración”), www.desayunandocondios.com (“a pura Biblia – enseñanzas bíblicas y estudios de la Biblia. Discipulado bíblico”) y, el último emprendimiento, www.bahiaesperanzaconciencia.blogspot.com (“Cuidado Intensivo de todos por todos”).
“Con esto puedo llegar a mucha gente a la vez con la misma enseñanza. El propósito que me movió a usar la red es que las personas puedan seguir aprendiendo y verse motivadas a cambiar. En una sola de las páginas tuve el año pasado 35.000 visitas; seria imposible contactar con cada una de estas personas de otro modo”.
¿Cuáles son las consultas más frecuentes? “Llega de todo. Personas de 13 a 80 años consultan sobre todo tipo de conflictos o problemas. El adolescente que no quiere hablar con sus padres y que no quiere ir a la iglesia; el padre cuyo hijito de 5 años robó algo y no sabe qué hacer; los típicos problemas espirituales de voces en la mente; gente que tiene muchas ataduras, o no soporta la soledad. También recibo consultas por conflictos de misioneros y líderes de la iglesia que no confían en nadie cercano para hablar”.
En once años de ministerio, esta consejera ha notado un cambio en la temática de las consultas. “Antes la gente consultaba mucho por necesidad de liberación, problemas de índole espiritual, problemas de género, o con su sexualidad. Ahora el tema dominante es la frialdad en la relación con Dios”, afirma.
“Me escriben muchas personas que quieren recuperar la intimidad de su relación con Dios. Aparentemente están bien, van a la iglesia, tal vez están en un ministerio, pero no tienen una relación fuerte con Dios y cada conflicto o problema ‘les mueve el piso’. No están parados firmes sobre la roca y creo que estas personas me contactan porque el centro de mi mensaje es la relación personal con Dios”.
Las heridas por problemas con el liderazgo de las iglesias son otro tema frecuente . “Muchos sienten que en sus iglesias no son respetados; son abusados, los hacen trabajar hasta el cansancio y por ello tienen problemas con la familia. Como consecuencia se van de la iglesia. Algunos han formado grupos caseros, pero otros se han alejado completamente”, comenta Edith.
Recalca que la iglesia no es una organización sino un organismo vivo , un Cuerpo. “Un organismo requiere una organización, pero si la gente se ve más afectada por la organización que por el organismo, hay un problema. La organización es necesaria para cumplir la misión de ‘ir’, pero cuando se afecta todo el tiempo, el esfuerzo y amor de una persona a la organización y no al cumplimiento del mandato de la gran comisión, encontramos lideres cansados, misioneros con bajo presupuesto…”.
Lideres y misioneros también le escriben. Y no son pocos . “Diría que casi un 70% de la gente que atiendo pertenecen al liderazgo de la iglesia. Algunos han sido hombres y mujeres destacados, muy conocidos, que han llevado el mensaje de salvación a miles de personas y que porque en un momento dado cayeron en pecado, en lugar de ser restaurados con amor fueron marginados”.
Tema delicado. Edith casi no se atreve a seguir hablando, pero finalmente continúa: “Dios perdona y dice que nunca más se acordará de nuestros pecados, pero a las personas se las sigue señalando en las congregaciones y eso lastima tremendamente. En estos casos, intento que el que está herido restaure su relación con Dios, con su familia y su entorno, pero ¿cómo vuelve a una iglesia donde lo siguen señalando, lo siguen juzgando? Falta amor”, lamenta.
SEGUIMIENTO
En cuanto al seguimiento de los casos, Edith asegura que puede asegurar que la mayoría mantiene el contacto a lo largo de la consejería, hasta el punto de poder asegurar que cree que siguen sus indicaciones. “Sé que han seguido los pasos indicados porque escriben para agradecer. Otros lo hacen porque les fue mal al haber interrumpido el proceso y uno o dos años después vuelven a pedir ayuda, quieren retomar. Yo no puedo escribir a cada uno, pero son ellos los que escriben. Posteando un artículo una vez a la semana, la gente lee, estudia cada reflexión y la implementa”, dice.
La consejera sigue el lema: ‘Nadie puede ser sanado de lo que no puede reconocer’. “Tiendo a que la gente asuma responsabilidad con un plan de sanidad, de crecimiento en su vida, y lo implemente. Yo contesto, pero ellos son los que están obligados a preguntar, a interesarse. Por otra parte, siempre trato de que no dejen de congregarse. Si están mal o tienen conflicto en su iglesia los animo a que vayan a otra, pero que se congreguen”, afirma Edith.
A su Bandeja de Entrada llegan muchos mensajes de personas que desean suicidarse y esto le obliga a estar conectada durante varias horas, sea de día o de noche . “Son muchísimos casos… Los que he seguido de cerca salieron adelante, pero hay gente a la que he seguido un tiempo y después no se comunicó más. No sé qué habrá pasado con ellos”, acepta.
Sus páginas reciben visitas de todo mundo, pero el mayor tráfico de correspondencia es con México, Colombia, Argentina y USA; y algo menos proviene de Costa Rica, España, Panamá, Perú y Venezuela.
CRECIMIENTO CONTINUO
Cuando inició esta modalidad de consejería, Edith Gero sabía sólo lo básico de informática. “Tuve que aprender todo, comenzar de cero. A la primera página me la abrieron y a partir de allí tuve que empezar a estudiar”, confiesa. Aprendió de fotografía, de video, todo lo relacionado a derechos de autor para las imágenes, etc. Y sigue aprendiendo. “Estoy haciendo un curso de programación de páginas web, que me han ofrendado. Actualmente hay muchos blogs pero la gente no sabe sacarle partido a este recurso. Es necesario capacitarse”.
¿Cuánto tiempo dedica a este Ministerio? Su respuesta no tarda: “Entre 40 y 70 horas por semana , demasiado teniendo en cuenta que trabajo para ganar el sustento, y además estoy en el grupo de alabanza de la iglesia del pastor Jorge Lozano, lo cual implica horas de ensayo y eventuales viajes por conciertos”.
Como es de suponer, algunas personas quieren ser ministradas personalmente. “A veces alguien viene a verme. Pero no tengo tiempo para entrevistas personales. Suelo hacer conferencias por Skype. Yo noto que la gente se abre en internet como no se ha abierto nunca personalmente. Una vez que se aseguran que eres una persona que vas a respetar la ética de la confesión, es impresionante cómo se abre la gente”.
¿Las personas que consultan no tendrán cerca a quien recurrir? “No sé si no hemos instrumentado en las iglesias el anonimato suficiente como para que la gente se abra”, dice Edith . A veces le escriben mientras viajan, desde un aeropuerto. “Se sienten motivados porque tienen la solución al alcance de la mano. En el momento en que necesitan comunicarse, ellos saben que hay otra persona del otro lado”.
Estar disponible es un punto clave. “Me han comentado de otros servicios de consejería que están disponibles online pero que en realidad no hay nadie disponible para hablar, o quien consulta recibe una respuesta automática. He tenido malas experiencias porque he derivado casos pero luego no les contestan o no les hacen el seguimiento. O les han querido cobrar”, afirma.
El tema económico cierra la entrevista. “Nadie me sustenta, trabajo como consejera dando lo que recibí; de gracia recibí, de gracia doy. Esporádicamente me hacen llegar ofrendas, pero debo seguir trabajando en el diseño de indumentaria que es con lo que me sustento…”, dice. Y en su voz hay un anhelo. ¿Desearía dejar de trabajar y dedicarse exclusivamente a la consejería? “Amaría eso! Ha sido siempre mi sueño dedicarme full time a la gente, capacitarla para la eternidad”, exclama.
Autores: Verónica Rossato
Fuente: Protestante Digital
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