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MADRID.- Las últimas estadísticas sobre mortalidad infantil siguen siendo escalofriantes. En 2007, fallecieron en el mundo alrededor de 9,2 millones de niños menores de cinco años, según datos de Unicef publicados en un número especial de la revista ‘The Lancet’.

Esta publicación, que sale a la luz con motivo del 30 aniversario de la Conferencia de Alma-Ata, muestra las grandes disparidades entre ricos y pobres que siguen existiendo en el planeta. Mientras que en occidente las tasas hablan de seis fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos, en algunos países subdesarrollados se estima que uno de cada siete niños muere antes de poder contar su edad con los dedos de una mano.

La Conferencia internacional celebrada en Alma-Ata (Kazajistán) el 12 de septiembre de 1978 había subrayado la necesidad de una acción urgente para proteger y promover la salud en todas las poblaciones del mundo.
Sin embargo, tres décadas después, la situación de los menos favorecidos sigue siendo más que preocupante.
Algunos progresos, pero no los suficientes
Desde 1990, la mortalidad infantil ha disminuido en un 27% (en 2007 se registraron 68 fallecimientos por cada 1.000 nacidos vivos), una reducción todavía insuficiente para alcanzar los Objetivos del Milenio fijados por las Naciones Unidas, que estiman como necesaria una bajada del 67% antes de 2015.

En algunos países, la situación es especialmente catastrófica, como en las zonas centrales y occidentales de áfrica, donde las tasas de mortalidad alcanzan los 169 fallecidos por cada 1.000 nacimientos. De hecho, según las cifras que maneja Unicef, la mitad de los más de 9 millones de niños fallecidos en 2007 se registraron en el área subsahariana.
Otras regiones sí han logrado, en cambio, una reducción significativa de sus tasas de mortalidad y estarían en el marco adecuado para alcanzar los objetivos fijados para 2015. Los 10 países que han hecho los mejores progresos, según el trabajo publicado en The Lancet’ son: Haití, Eritrea, Laos, Bangladesh, Bolivia, Nepal, Turkmenistán, Mongolia, Botsuana y Azerbaiyán.

Según los datos de este trabajo, aunque se han hecho progresos en la lucha frente al VIH en algunas naciones, todavía queda mucho por hacer para extender y mejorar la atención y los tratamientos contra trastornos como la neumonía, la malaria o la diarrea, entre otros, y acabar con los problemas de desnutrición.
«Hacemos un llamamiento a la unidad para redoblar los esfuerzos y conseguir estos objetivos. [Es necesario] trasladar las loables aspiraciones de Alma-Ata en inversiones concretas y acciones locales, que hagan posible que los principios de la atención primaria se conviertan una realidad en las zonas más desatendidas del mundo», concluye el estudio.
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