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Como ya ocurrió en la Gran Depresión, la crisis que se ha instalado en las economías de todo el mundo en el último año ha llevado ya a algunos suicidios entre empresarios. Los psicólogos y psiquiatras no descartan que los casos de depresión aumenten con el empeoramiento de la situación, pero previenen de una vida demasiado enfocada en el éxito en el trabajo.

El suicidio se precipita a menudo por acontecimientos estresantes, dicen los expertos; y la pérdida del estatus social aumenta el número de casos. «El puesto, el poder, y la relevancia social producen una contaminación psicológica de lo personal con lo profesional», dice el psicólogo Iñaki Piñuel, del Instituto de Innovación Educativa y Desarrollo Directivo.

Esta confusión de prioridades ha llevado a algunos directivos a suicidarse cuando se arruinan. «Creen que no hay vida más allá del dinero y el poder. Y cuando la única vida que han conocido en los últimos años se ha acabado, no les cabe en la cabeza vivir de otro modo, por eso se quitan la vida», explica Piñuel.

Según este experto clínico, es peligroso identificar el “rol laboral con la identidad personal y vital». Esto se considera una patología que los psicólogos tratan cada vez más a menudo, y define a aquellos trabajadores que huyen de sus problemas personales con jornadas laborales interminables.

Se refugian en el trabajo por miedo a la soledad y de forma gradual, van perdiendo estabilidad emocional y se convierten en adictos al control y al poder, en un intento por lograr el éxito.

Es lo que en inglés se conoce como workaholic (adicto al trabajo), y que la psicóloga Marisa Bosqued define en su libro «Que no te pese el trabajo» como «aquella persona que, literalmente, ha hecho del trabajo el centro de su vida, de manera que ocupa un papel preponderante que resta importancia a familia, vida social y ocio».

Para Piñuel, este tipo de personas son las que tienen mayor riesgo de intentar acabar con su vida, ya que, «para ellos, el suicidio es una consecuencia física de la muerte psicológica. Cuando alguien se quita la vida, es que psicológicamente está muerto», sentencia.

SUICIDIOS: COMO EN EL CRACK DEL ‘29
De forma más concreta, los medios ya han informado de varias personas que al unir su fracaso personal al fracaso de las bolsas, se han quitado la vida. La caída de los mercados ha afectado especialmente a brokers (agentes de bolsa) y ejecutivos.

El primer caso que se dio a conocer fue el de un joven de sólo 26 años, que trabajaba en la bolsa londinense. Se llamaba Darren Liddle, y el 1 de septiembre de 2008 se lanzó al vacío desde la ventana de su hotel tras consumir grandes cantidades de drogas y alcohol, y cortarse las venas.

En Nueva Delhi (India), el también broker Amir Ali, que acababa de montar su propia compañía, se colgó del ventilador de su casa en octubre. Su familia asegura que se sentía muy presionado porque había perdido grandes cantidades de dinero. Algo similar hizo otro broker en Brasil, Pablo Sergio Silva, que a sus 36 años decidió pegarse un tiro en el pecho en mitad de una sesión bursátil en el parqué brasileño.

Más resonancia han tenido los casos del magnate inmobiliario estadounidense de 52 años Steven Good, del multimillonario alemán Adolf Merckle, o del directivo galo Thierry Magon de la Villehuchet.

Good —de momento, la última víctima conocida de la crisis financiera—, era presidente de Sheldon Good and Company Auctions International, una de las mayores inmobiliarias de Estados Unidos, y este martes aparecía muerto de un disparo dentro de su coche, en un bosque a las afueras de Chicago. La policía cree que se habría quitado la vida hundido por las pérdidas a la que le había llevado la crisis de las ‘subprime’.

En las mismas fechas, Merckle se lanzaba al paso de un tren en su localidad natal, Blaubeuren, al suroeste de Alemania, tras perder toda su fortuna. Pasó de ser el quinto hombre más rico del país germano —el año pasado tenía un patrimonio estimado en 7.000 millones de euros, según la revista Forbes; era el propietario de la constructora HeidelbergCement (que había perdido un 70% de su valor en Bolsa) y de la farmacéutica Ratiopharm, entre otras compañías—, a perder buena parte de su fortuna apostando a la baja contra los títulos de Volkswagen.

Antes de Navidad, Magon de la Villehuchet, cofundador de la gestora de fondos Acces International, se cortó las venas y su cuerpo fue hallado en su despacho por la policía de Nueva York. Había perdido 1.400 millones de dólares (unos 1.021 millones de euros) con el gigantesco fraude del financiero Bernard Madoff. Mientras tanto, su socio, en la misma situación, ha decidido seguir adelante y superar el desastre.

Todos estos casos igualan ya los registros de la depresión del año 1929, donde, pese a la imagen de especuladores aterrados lanzándose al vacío que forma parte de la leyenda negra que ha llegado hasta nuestros días, las muertes relacionadas con la crisis fueron seis. Ahora, la situación podría ir a peor, la Organización Mundial de la Salud (OMS) espera un aumento de los casos de estrés, depresión y desórdenes mentales.

MANTENER LA CONFIANZA
Muchos han perdido el empleo en los últimos meses, no sólo los brokers y ejecutivos viven la crisis de cerca. Para afrontar la situación, los psiquiatras recomiendan no dejarse llevar por los primeros síntomas depresivos. «Una buena actitud ante esta crisis sería tener confianza en uno mismo y no llevar a cabo profecías negativas. Cuando una crisis se supera, solemos salir de ella fortalecidos», dice el psiquiatra Benito Peral.

Su consejo, como el de otros muchos psiquiatras y psicólogos es «coger al toro por los cuernos», afrontar uno a uno los problemas, incluso con humor. «La preocupación en exceso genera demasiada ansiedad, lo que bloquea a la persona, aumenta su nivel de angustia y no le deja pensar», afirma el psicólogo Eladio Rosique. Su recomendación. «ponerse a funcionar y ver la crisis como una posibilidad para salir fortalecido».

Y un último apunte, esta vez de Piñuel. «No conviertas al trabajo en la única razón de tu existencia, porque corres el riesgo de perderlo todo (amigos, familia, alegría)». No es nada nuevo, pero es una realidad: hay vida más allá del trabajo.

Fuente: Soitu. Redacción: ACPress.net

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