Argentina

CIUDAD DEL VATICANO, 23 de mayo (ALC).-El presidente Hugo Chávez pidió la semana pasada al papa Benedicto XVI, que ofreciera disculpas a los pueblos aborígenes, al referirse a la afirmación del pontífice en Aparecida, Brasil, en torno a que la evangelización no fue una «imposición» ni «una alienación» de las culturas precolombinas. Hoy, el primado de Roma, le dio la razón y aseguró que «no se pueden ignorar las sombras que acompañaron la colonización y la evangelización de América latina, ni olvidar los sufrimientos y las injusticias infligidos por el colonizador a los pueblos indígenas, cuyos derechos humanos fundamentales fueron pisoteados».

En su discurso de apertura de la V Conferencia General del Episcopado de Latinoamérica y el Caribe (Celam), el pontífice había señalado que «el anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña». El Papa también expresó que «la utopía de volver a dar vida a las religiones precolombinas… no sería un progreso, sino un retroceso».

Enseguida Chávez apareció en un discurso, diciendo: «Yo le voy a pedir con todo respeto (como) católico, y como jefe de estado, el venezolano, con la humildad de un campesino que es lo que yo soy, yo le ruego a Su Santidad que ofrezca disculpas a los pueblos (indígenas) de nuestra América. Creo que es lo correcto».

Chávez comparó la masacre de la Conquista con el Holocausto, y fue más allá, hasta se animó a decir que fue «más grave».

La constitución venezolana, modificada por el mandatario en 1999, reconoce a los descendientes de indígenas del país sus derechos originarios sobre las tierras que ancestralmente ocupan y también les garantiza el derecho a la propiedad colectiva de ellas y su participación en la demarcación de ese territorio.

En su audiencia general semanal, esta mañana, el papa alemán reconoció que la colonización de América y la evangelización de sus habitantes fueron acompañados de «sufrimientos» e «injusticias»

A diferencia de Juan Pablo II, quien en 1992, en Santo Domingo, había pedido perdón a las poblaciones indígenas por las violencias cometidas por los cristianos en la conquista de América, este Papa, no las había mencionado, lo que provocó el enojo y la indignación de las organizaciones indígenas y de los mandatarios de Bolivia y Venezuela.

Fuentes: AP y AFP

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